lunes, 11 de marzo de 2013

El tercer género

En Tailandia hay tres géneros. Eso es así y todo el mundo aquí lo sabe. Es lo primero que tenemos que aprender los profesores extranjeros novatos.

Tenemos a las chicas del género “mujer”. Presumidas en su mayoría, que no olvidan maquillarse y ponerse sus pestañas postizas para venir a clase.

También tenemos a los chicos, del género “hombre”. Los guapos machotes (o no) tailandeses con su eterna sonrisa en la cara.

Y por último tenemos el tercer género, del género “ni chico ni chica o las dos cosas a la vez”. Ahí se engloban en primer lugar a los “lady-boys”, es decir, chicos-hombres de nacimiento que visten como chicas, tanto que en algunos casos cuesta creer que debajo de la falda no tengan lo que a primera vista se espera. En segundo lugar, también pertenecen a este grupo los “chico-chica” que son chicas-mujeres de nacimiento que se visten como hombres pero que en algunos casos conservan su nombre femenino, a diferencia de los “lady-boys” que adoptan como apodo nombres de mujer. Cierto es que aunque la mayoría de la gente en Tailandia tenga una mente muy abierta respecto a este tema, el número de “chico-chicas” es mucho menor que el de “lady-boys”, lo que me lleva a pensar que quizás detrás de esta variación esté también la sombra del machismo rancio que domina el mundo.
Teniendo en cuenta esto, me pareció absolutamente lógico el comentario que un día me hizo mi alumna Daniela (chica-mujer): “Se debería legalizar el tercer género”. En mi ignorancia le pregunté qué es eso del tercer género y ella con toda la calma del mundo me explicó que el tercer género son todos aquellos que no son ni chicos ni chicas, que son mezcla o que son las dos cosas a la vez.
Aquí no hay conflicto con estas cosas. Las familias aceptan de buen grado tener un hijo o una hija homosexual, transexual o lo que sea, es decir, aceptan que su hijo o su hija pertenezcan al tercer género.

Al comentarle a uno de mis alumnos que en España las cosas no son como en Tailandia respecto a este tema, me dijo: “¡Qué triste! ¡Qué se vengan todos los homosexuales a Tailandia!”. Y no es mala idea. Aquí no hay reivindicaciones el día del orgullo gay, aquí se es gay todo el año y todo el año se está orgulloso, no hay más problema. ¿Será entonces que los problemas los inventamos nosotros? ¿Problemas de esa sociedad evolucionada que piensa que Tailandia es el tercer mundo comparado con los países occidentales? Pues en este tema nos llevan años luz de ventaja, o al menos eso me parece a mí. Sirva esto de ejemplo al mundo entero.

Aunque, para ser sincera, todo no es tan fácil como parece. En Tailandia, los estudiantes universitarios tienen que llevar uniforme por obligación, las mujeres falda y los hombres pantalones (igual norma rige para los profesores y las profesoras). Los estudiantes que son chico-chicas y las que son lady-boys llevan su uniforme correspondiente, es decir, los primeros pantalón y las segundas falda, en consonancia a lo que sienten que son. El problema viene el día de la graduación, ese día cada uno debe vestir acorde a su nombre y por mucho que se ponga falda un “lady-boy” para venir a la universidad, seguirá inscrito en el registro universitario como “Mr. Nosequé” es decir, con nombre de hombre. ¡Se me caería el alma al suelo si viera a una de mis alumnas (lady-boys) de pestañas postizas, maquillaje, falda y tacones vestida de hombre el día de la graduación! Para mí, y para todos, son chicas. Así es como se sienten  y eso es lo que son.

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