domingo, 1 de diciembre de 2013

Cine tailandés: El amor de Siam

Una preciosa película recomendada por uno de mis alumnos que muestra la vida cotidiana en Tailandia, concretamente de jóvenes que viven y estudian en Bangkok.

La película se centra en el amor, sobre todo el amor a la familia y a los amigos. Esta película rebosa sensibilidad y muestra también la visión de la vida que tienen los tailandeses y los valores que consideran importantes.

Además, lo mejor, es que viene subtitulada en español, así da gusto ver cine tailandés.

sábado, 8 de junio de 2013

SUPERpoblación

El otro día iba en un sonteaw (minibús) de camino para mi casa a la peor hora que uno puede coger un sonteaw en Khon Kaen, las 4 de la tarde. Esa hora es mala malísima porque es la hora a la que los miles de niños que llenan las escuelas de Khon Kaen terminan sus clases y se dirigen impacientes a coger el sonteaw para volver a casa.

Cuando el sonteaw número 8 llegó a la puerta del colegio Wittayayon, tuvo que esperar al menos 10 minutos mientras no paraban de salir niños. ¿Cuántos estudiantes habrá en este colegio, 4.000, 5.000? Seguro que más. Mi alumna Aurora comentaba el otro día que en Tailandia faltan colegios para tanto niño y lleva mucha razón. Las clases están saturadas con 45 o 50 alumnos por aula. Tailandia es un país de jóvenes, no en vano, el 50% de la población de Bangkok tiene menos de 20 años. Así, parece que aquí no tendrán problemas con las pensiones como en España, primero porque hay muchísimos más jóvenes que gente mayor, segundo porque aquí las pensiones son bastante bajas, por lo que no costaría mucho pagarlas.

Estudiantes en colegio tailandés (Nong Khai).
Pero este dato, en principio, fabuloso ¿puede ser en el futuro un problema para el país? ¿Tendrá capacidad Tailandia para acoger a tantos jóvenes que ahora en edad escolar luego tengan que buscarse un empleo? En pocos años lo sabremos, porque estos chicos que ahora pasean sus coloridos uniformes a la salida del colegio, pronto serán jóvenes con grandes aspiraciones preparados para desempeñar puestos de trabajo. Lo que parece claro es que esto creará una gran competencia entre unos y otros, o quizás se esté creando ya, porque los padres están más que preocupados por el “nombre” del colegio en el que estudian sus hijos, buscando siempre los de más prestigio.

Viendo este dato desde otro punto de vista, también resulta más que preocupante. Con tal cantidad de jóvenes ¿cuál será el crecimiento de la población en Tailandia? Ahora Tailandia ya cuenta con más de 66 millones de habitantes y, al contrario que España, su población crece cada año. Cuanta más gente haya con edad de procrear, más rápidamente se elevará el número de habitantes del país.

El caso de Tailandia es solo un ejemplo. Tenemos cerca de aquí a China, el país más poblado del planeta o India, que se estima que en pocos años desbancará a China de ese primer puesto. Un dato importante es que en India hay más niños pobres que en toda África.

Que la población mundial sigue creciendo día tras días de forma vertiginosa no es algo desconocido para nadie, aunque España, con la fuga de “cerebros jóvenes” parece no contribuir demasiado a este dato.
No hace mucho un amigo me hablaba de las ideas de una amiga suya danesa que afirma que no quiere tener hijos porque el mundo está ya demasiado poblado. Esta afirmación parece algo exagerada, pero si uno se para a pensarlo, te das cuenta de que esa chica es bastante consciente del problema que la superpoblación puede causar en el planeta. Además, no solo se trata de la superpoblación, sino de una población que consume en exceso.

Se cree que si todos los habitantes del planeta consumieran lo mismo que la media de los europeos, se necesitarían 4 planetas para abastecer de comida, agua, etc. a todos los habitantes. Pero si en lugar de Europa nos fijamos en Estados Unidos, la cosa pinta aún peor. Necesitaríamos 6 planetas para producir los recursos necesarios para dar de comer y beber a toda la población, si cada uno de nosotros consumiera lo mismo que el estadounidense medio.

Inferno es el nuevo libro de Dan Brown. En él aparecen ciertos datos sobre la superpoblación y aunque solo sea una novela, pone de manifiesto que si seguimos a este ritmo de crecimiento y de consumo llegará un momento en el que no haya comida ni agua para todos, y lo que es aún peor, tendremos el planeta tan contaminado que vivir aquí será más que insufrible, quizás imposible.

Éramos 6.000 millones de habitantes en el año 2000. En 2011 superamos los 7.000 millones de habitantes.  Este crecimiento imparable es más que preocupante. No todos podemos ser ricos, no todos podemos tener todas nuestras necesidades cubiertas, no todos podemos comer todos los días ¡somos demasiados!

Siendo esto así, se me ocurren dos cosas. Primero es que el ritmo de consumo de los que ya estamos debería bajar drásticamente siendo conscientes de que los recursos naturales tienen un límite y que, además, llevamos muchos años malgastándolos. Segundo, agradecer a todos aquellos que de forma responsable y voluntaria deciden no procrear para no agravar más este gran problema de la superpoblación mundial.

Según dice Dan Brown en su libro, para que el planeta pueda soportar la carga que supone la especie humana y haya recursos suficientes para que todos podamos vivir de una manera sostenible, la población mundial debería ser de unos 4.000 millones de personas. Pues si esto es así, sobramos ya 3.000 millones.

domingo, 19 de mayo de 2013

Elefantes para Cristo

Hubo un momento en la historia en el que los elefantes vivían en armonía con el medioambiente. Disponían de grandes terrenos en los que encontraban comida, agua y podían criar libremente a sus crías.

Poco a poco, estas enormes extensiones de terreno fueron reduciéndose por el imparable avance del ser humano, que lleva dedicándose desde hace muchos años a crear ciudades más y más grandes acabando prácticamente con toda la flora y fauna original del territorio. Es necesario que tengamos lugares para vivir, pero igual nos estamos pasando ¿no?

Además de esto, al ser humano, el más inteligente de todos los animales, le dio por adorar santos y dioses, que en el fondo son todos lo mismo, estatuillas puestas en un altar. La gran idea vino cuando un día a alguien se le ocurrió que podría ser muy bonito tallar en marfil la cara de una Virgen o de un Cristo. No digo que no sea bonito, pero ¿nos hemos parado a pensar alguna vez de dónde viene ese marfil?

En Tailandia uno se entera de cosas que en otros sitios no, quizás aquí yo tengo la mente más predispuesta a indagar y curiosear que cuando estoy allí. Pues una de esas cosas de las que uno se entera y que no pueden hacer menos que indignarte profundamente es que el marfil que se utiliza para fabricar caritas de Vírgenes o Cristos crucificados, entre otras cosas, proviene del extermino de elefantes africanos. Supongo que el gran motivo de que vengan de África es porque en Asia ya queda muy muy pocos paquidermos.

A veces te dicen: “Este amuleto está hecho de colmillo de elefante, pero de elefante que ha fallecido”. Puede ser verdad o puede ser mentira, pero lo que asegura National Geographic es que el 84% de las muertes de elefantes en África occidental son ilegales y en África central llega hasta el 90%. Esos colmillos de elefantes muertos, claro, pero recién matados, son vendidos en el mercado negro para que religiosos de todas las creencias tengan amuletos o ídolos a los que mirar con compasión o esperanza. ¿Estamos locos? Pues parece que sí, porque esto no tiene explicación. Pongo un solo ejemplo, en 2011, en Bangkok, se confiscaron 247 colmillos por valor de más de 3 millones de dólares provenientes del mercado negro del marfil.

Hay otros materiales para construir ídolos ¿no? Porcelana, plástico… ¿Por qué utilizar entonces partes de seres vivos? Y aunque otros materiales puedan ser utilizados ¿Qué necesidad hay en construir ídolos haciendo mal uso de los recursos naturales?
Quizás cuando entremos en una iglesia y nos pongamos delante de un Cristo, como éste que está en Filipinas, deberíamos pararnos a pensar si realmente es necesario matar a un elefante para construir esa imagen o igual con un dibujo hecho en la pared sería suficiente.



viernes, 17 de mayo de 2013

Época de lluvia

En Tailandia no existen estaciones del año tal y como las conocemos en occidente. Aquí no se habla de primavera, verano, otoño e invierno con sus características bien diferenciadas. Aquí las estaciones son algo distintas: época de lluvias y época seca. Casi la mitad del año es época de lluvias y la otra mitad es época seca.

La época de lluvias empieza a finales del mes de mayo y termina por el mes de octubre. En estos meses llueve muchísimo, es normal que se produzcan inundaciones en muchas zonas, aunque en Isaan, que es la región más seca de Tailandia, esto no sea un gran problema.

La época seca comprende el resto del año. Entre los meses de noviembre y mayo hay dos periodos que pueden diferenciarse por la temperatura, los primeros meses son más frescos, sobre todo en la zona Norte del país, algunos lo llaman "invierno", pero a 30 grados de máxima no me parece a mí que esto sea mucho invierno... A partir del mes de marzo empieza a apretar un calor que se hace muchas veces insoportable, siendo abril el mes más duro del llamado "verano".

Ahora que estamos ya a mitad de mayo, está empezando la época de lluvias. La "gracia" es que cuando la lluvia aparece de forma tan estrepitosa como lo suele hacer mojando los cables que hay por todas las calles, lo más normal es que se corte la electricidad. Suerte si llueve de día, al menos hay luz solar para que puedas volver a tu casa si la lluvia te pilló en la calle, pero a partir de las 19:00 no es extraño ver la ciudad completamente a oscuras los días de lluvia. Se hace imprescindible ir acompañado de un paragüas y una linterna, por lo que pueda pasar. No en vano, en todos los hoteles de Tailandia se pueden encontrar linternas adheridas a la pared en las habitaciones.

This is Thailand ...



 



 

domingo, 17 de marzo de 2013

El cine en “el tercer mundo”


Muchas veces he oído eso de: “¿Tailandia? ¡Eso es el tercer mundo!”. Pues más quisiéramos nosotros tener en España unos cines como los que hay en Tailandia, que muestran que para nada es el “tercer mundo”.



Una de las experiencias más agradables que se pueden tener en Tailandia es ir a relajarse viendo una película a cualquiera de sus numerosos cines. En Khon Kaen, ciudad de poco más de 150.000 habitantes, tiene 4 centros comerciales donde hay salas de cine con los últimos estrenos, incluso en 3D. En uno de ellos, siempre puedes encontrar en la cartelera películas en V.O. (en inglés) y películas tailandesas subtituladas en inglés. Todo no podía ser perfecto y bueno, el cine español, aquí no llega. Igual que tampoco llega, por desgracia, el cine tailandés a España. Suerte que tengo que ahora puedo disfrutar un poco de él, aunque solo sea en aquellas películas con subtítulos en inglés.

El cine en Tailandia no es muy barato, pero tampoco caro para lo mucho que ofrece: salas extremadamente limpias y cuidadas, con sillones comodísimos y buen sonido. Una entrada cuesta alrededor de 140 bahts, o lo que es lo mismo, 3.5€. Por un poco más puedes disfrutar de una entrada “premier” que te da acceso a la zona de sillones en los que además te ofrecen una mantita. Pero son sillones de verdad, lo que te hace sentir como si estuvieras en tu casa, o mejor, porque yo en mi casa de Tailandia no tengo sofá.

Lo más llamativo del cine en Tailandia no son sus estupendas instalaciones ni sus sofás de la última fila. Lo que más le llama la atención a un extranjero cuando va a ver alguna película a un cine tailandés es que, después de presentar los tráileres de los nuevos estrenos, y antes de comenzar la película elegida, se proyecta siempre, en todas las sesiones y para todas las películas, un mini-documental que dura aproximadamente 3 minutos sobre el Rey de Tailandia y durante el que todas las personas en la sala deben mostrar su respeto al máximo representante del país poniéndose de pie.

lunes, 11 de marzo de 2013

El tercer género

En Tailandia hay tres géneros. Eso es así y todo el mundo aquí lo sabe. Es lo primero que tenemos que aprender los profesores extranjeros novatos.

Tenemos a las chicas del género “mujer”. Presumidas en su mayoría, que no olvidan maquillarse y ponerse sus pestañas postizas para venir a clase.

También tenemos a los chicos, del género “hombre”. Los guapos machotes (o no) tailandeses con su eterna sonrisa en la cara.

Y por último tenemos el tercer género, del género “ni chico ni chica o las dos cosas a la vez”. Ahí se engloban en primer lugar a los “lady-boys”, es decir, chicos-hombres de nacimiento que visten como chicas, tanto que en algunos casos cuesta creer que debajo de la falda no tengan lo que a primera vista se espera. En segundo lugar, también pertenecen a este grupo los “chico-chica” que son chicas-mujeres de nacimiento que se visten como hombres pero que en algunos casos conservan su nombre femenino, a diferencia de los “lady-boys” que adoptan como apodo nombres de mujer. Cierto es que aunque la mayoría de la gente en Tailandia tenga una mente muy abierta respecto a este tema, el número de “chico-chicas” es mucho menor que el de “lady-boys”, lo que me lleva a pensar que quizás detrás de esta variación esté también la sombra del machismo rancio que domina el mundo.
Teniendo en cuenta esto, me pareció absolutamente lógico el comentario que un día me hizo mi alumna Daniela (chica-mujer): “Se debería legalizar el tercer género”. En mi ignorancia le pregunté qué es eso del tercer género y ella con toda la calma del mundo me explicó que el tercer género son todos aquellos que no son ni chicos ni chicas, que son mezcla o que son las dos cosas a la vez.
Aquí no hay conflicto con estas cosas. Las familias aceptan de buen grado tener un hijo o una hija homosexual, transexual o lo que sea, es decir, aceptan que su hijo o su hija pertenezcan al tercer género.

Al comentarle a uno de mis alumnos que en España las cosas no son como en Tailandia respecto a este tema, me dijo: “¡Qué triste! ¡Qué se vengan todos los homosexuales a Tailandia!”. Y no es mala idea. Aquí no hay reivindicaciones el día del orgullo gay, aquí se es gay todo el año y todo el año se está orgulloso, no hay más problema. ¿Será entonces que los problemas los inventamos nosotros? ¿Problemas de esa sociedad evolucionada que piensa que Tailandia es el tercer mundo comparado con los países occidentales? Pues en este tema nos llevan años luz de ventaja, o al menos eso me parece a mí. Sirva esto de ejemplo al mundo entero.

Aunque, para ser sincera, todo no es tan fácil como parece. En Tailandia, los estudiantes universitarios tienen que llevar uniforme por obligación, las mujeres falda y los hombres pantalones (igual norma rige para los profesores y las profesoras). Los estudiantes que son chico-chicas y las que son lady-boys llevan su uniforme correspondiente, es decir, los primeros pantalón y las segundas falda, en consonancia a lo que sienten que son. El problema viene el día de la graduación, ese día cada uno debe vestir acorde a su nombre y por mucho que se ponga falda un “lady-boy” para venir a la universidad, seguirá inscrito en el registro universitario como “Mr. Nosequé” es decir, con nombre de hombre. ¡Se me caería el alma al suelo si viera a una de mis alumnas (lady-boys) de pestañas postizas, maquillaje, falda y tacones vestida de hombre el día de la graduación! Para mí, y para todos, son chicas. Así es como se sienten  y eso es lo que son.

I cooking 4 u

6 horas en el autobús de Nakhonchai Air dan para mucho, sobre todo si al lado se te sienta una señora que se pasa más de dos horas enganchada al teléfono hablando en un rudimentario inglés que me permitía enterarme bastante bien de todo lo que decía.

Sin esforzarme mucho, puedo imaginar a quién iban dirigidas las llamadas. Las frases de la señora, que rondaría los 50 pero que vestía como una niña de 18 con su minifalda estrecha y su camiseta de hombros al aire azul, no dejaban lugar a dudas: “I cooking for you”, “I go morning, afternoon, evening, when you want”, “I wait for you”, “You visa, I take care of you”. Pues la señora, a pesar de que su inglés no daba para gran cosa, fue capaz de alargar la conversación más de una hora. Mi imaginación, más que nada por matar el tiempo, no paraba de dibujar a ese señor “farang” al que ella trataba de convencer ofreciéndole todos sus servicios. Mi sorpresa fue mayúscula cuando al terminar su conversación con este primer extranjero, llamó a otro, y supongo que sería otro porque inició la conversación desde el principio y en los mismos términos. Dudo mucho que se tratase del mismo porque por muy atolondrado que esté el tío, aguantar otra hora más de “I cooking for you” me parece demasiado.

Desde luego, la señora le ponía mucho énfasis a sus palabras, a falta de corrección lingüística, hay que ganarse al “farang” por otros medios y tonta, lo que se  dice tonta, no era para nada. Por si le falla uno, tiene a otro. Lo malo, que estos extranjeros tienen a su disposición jovencitas de cualquier edad cuyas primeras palabras en inglés son “Want marry me?” por lo que dudo mucho que su primera opción sea esta señora. Pero ya se sabe, más sabe el diablo por viejo que por diablo, y esta señora resultaba ciertamente convincente. Mi imaginación sigue volando y puedo ver a ese hombre en la oficina de inmigración, por la que tenemos que pasar todos los extranjeros, acompañado de su novia tailandesa, la que lo cuida y cocina para él. ¿Quién podría resistirse con estas proposiciones? Pocos, porque la oficina de inmigración está llena de señores extranjeros con mujeres tailandesas que para facilitarle la vida en Tailandia y los trámites con el visado no ponen pegas a la hora de casarse con ellos, más bien lo estarán deseando. Una pensión extranjera, en un país en el que la gente recibe una paga en la jubilación prácticamente nula, bien merece cocinar y cuidar al primer “farang” que diga “yes, I’ll marry you”.

El punto horterilla en Tailandia llega hasta los certificados matrimoniales. El otro día, gracias a las numerosas parejas “farang”- tailandesa que me encontré en inmigración, puede ver varios de estos certificados matrimoniales que les permiten a los esposos estar durante 1 año en Tailandia sin tener ninguna preocupación por su visado y fácilmente renovable al cumplirse el plazo. Los certificados están llenos de corazoncitos y florecitas de color rojo. No sé cómo serán en España, pero no me los imagino así para nada, me imagino algo mucho más serio ¿no?